Esta es una historia real, le pasó al amigo de… No, no es cierto, me pasó a mí, hace más de diez años ya, pero aún le recuerdo claramente.
Cuando era más joven, siempre que alguna de mis primas se quedaba a dormir en casa compartía mi cama. Fue en una de estas ocasiones que sucedió lo que ahora voy a contarles.
Era una noche cualquiera, muy posiblemente de verano, ya que para esta fecha era que solían darse las improvisadas pijamadas en mi hogar. Para ese entonces yo tenía unos once años. Mi primita de unos cinco años y su hermano de siete se quedaron a dormir en casa.
Como era costumbre, llegada la hora de dormir mi primita se metió en mi cama. Mi hermana y yo nos quedamos despiertas un rato más después de eso, pero ya bien entrada la noche nos fuimos a dormir.
Mi hermana se metió en su cama a solo unos pasos de la mía y yo —con cuidado para no despertar a mi prima— tomé mi lugar en la cama.
No nos costó nada quedarnos dormidas.
Pasadas unas horas, alrededor de las tres de la madrugada, un movimiento en mi cama me sacó del mundo de los sueños. Caí rápidamente en la cuenta de que mi prima se había despertado y parecía estar inquieta.
—¿Estás bien? —le pregunté—. ¿Quieres algo?
Inicialmente no obtuve respuesta, por lo que me vi obligada a preguntar una vez más.
—Quiero ir al baño —dijo ella entonces.
Le acompañé fuera de la habitación y hasta el cuarto de baño.
Esperé pacientemente a que saliera del baño y entonces intenté regresar a la habitación. Me detuve al ver que ella no me seguía.
—Ven —le pedí.
Ella pasó su mirada de la puerta de la habitación al pasillo en que nos encontrábamos.
—Ven —repetí ansiosa por regresar a dormir.
La nena me siguió renuente.
Una vez de regreso en la cama me dispuse a dormirme y creí que la pequeña haría lo mismo.
Pero solo un minuto después me sacó de mi error al levantarse de la cama.
Mi prima caminó hasta la puerta. No fue hasta que la abrió y permitió que la luz procedente del pasillo iluminase el interior de la habitación que noté que llevaba una almohada bajo el brazo.
—¿Qué haces? ¿A dónde vas? —pregunté confundida abandonando la cama y yendo hasta ella.
—Yo voy a dormir aquí —dijo señalando al pasillo.
—¿Cómo que vas a dormir en el pasillo? Ven, regresa a la cama que es tarde.
Para ese momento ya había empezado a impacientarme. Eran las tres de la mañana y estaba agotada. Sin embargo estaba muy intrigada sobre el por qué no quería dormir en la habitación.
—Yo quiero dormir aquí —insistió.
—Mi niña, no puedes dormir en el pasillo. Vamos a dormirnos, ven.
—Pero es que yo quiero dormir aquí.
—¿Por qué?
No obtuve respuesta a mi pregunta.
—Ya, vamos, deja el juego y regresa a la cama. Tengo sueño y quiero dormirme. Y tú también deberías estar durmiendo.
Tras mucha insistencia conseguí que la nena me acompañara de regreso a la cama. En esa ocasión ni siquiera intenté conciliar el sueño ya que me quedó claro que ella no me lo permitiría.
En lugar de acostarse e intentar dormirse, mi prima se quedó sentada en la cama, la mirada fija en el otro extremo de la habitación.
—Ya duermete —pedí impaciente.
Ella no me respondió sino que dijo el nombre de su hermano mayor que en ese momento se encontraba durmiendo en otra habitación con mi hermano menor.
—Tú no puedes estar aquí —continúa hablando con alguien que se supone está a unos pasos frente a nosotras—. Esta es la habitación de las niñas.
De más está decir que no había nadie más en la habitación, salvo nosotras y mi hermana, quien bendecida con un sueño muy pesado dormía totalmente ajena a la situación.
—Tu hermano no está aquí, él está durmiendo allí y tú deberías hacer lo mismo.
—Pero dile al niño que salga, él no puede estar aquí —pidió.
—Nena, pero es que ahí no hay nadie —dije con cansancio.
Siempre escuché decir que ella se levantaba en medio de la noche viendo personas y cosas así, pero era la primera vez que me tocaba vivirlo en carne propia.
Para ese momento estaba convencida de que la pequeña estaba durmiendo y se encontraba en medio de un episodio de sonambulismo.
No me era del todo extraño este tipo de situaciones ya que mi hermana también solía hacer cosas y sostener conversaciones mientras aún estaba dormida.
—Sí, ahí está, el niño. Dile que se vaya —insistió.
Cansada por toda la situación decidí que mi única opción era seguirle la corriente.
—No puedes estar aquí —digo al supuesto niño—. Aquí dormimos las niñas así que vete.
Dirigí mi atención una vez más a mi prima.
—Ya el entendió y se irá, ahora tú duermete.
Por un instante ella continuó sin moverse, la mirada fija en la misma dirección. Luego sin decir palabra, se acomodó en la cama y se dispuso a dormir.
Yo, aliviada, me dejé caer en la cama y rápidamente me quedé dormida.
Al levantarme al día siguiente me disponía a contar la historia convencida de que mi prima, quién para mí había estado dormida durante todo el episodio, no recordaría nada.
Para mi sorpresa mi primita recordaba todo claramente. Y lo más importante, aseguraba haber estado despierta todo el tiempo y que la noche anterior un niño había estado con nosotras en la habitación.
¿Tienen historias de este tipo?
Cuentenme en los comentario. Me gustaría conocerlas.
**No creo en fantasmas ni nada por el estilo. Estoy convencida de que todo el episodio antes narrado tiene una explicación lógica. Les cuento está historia por puro entretenimiento y no como prueba de que existan entidades paranormales.