Concluye la semana de la Lactancia Materna y no quería dejarle pasar sin hablar sobre mi experiencia con este tema.
Muchas actividades se realizaron esta semana como parte de la campaña de normalización de la lactancia, y lo cierto es que resulta irrisorio el que se tengan que hacer campañas para “normalizar” lo que de por sí es natural, pero yo debo confesar que no fue hasta que empecé la carrera de medicina que descubrí que los bebés sólo necesitan ser alimentados con la leche que su madre produce en sus primeros meses de vida. No agua de arroz, ni caldo de habichuelas, ni siquiera formula. Y aún recuerdo lo sorprendida que me quedé ante tal descubrimiento.
A mis 15 (puede que ya hubiese cumplido los 16, no estoy del todo segura) creía que lo “normal”, lo “adecuado” era dar fórmula al bebé y por supuesto complementar esto con otros alimentos en forma liquida desde su nacimiento. El concepto de Lactancia Materna Exclusiva me era totalmente extraño.
En ese entonces me recuperé rápidamente de mi sorpresa y de inmediato tomé una decisión. De convertirme en madre un día iba a lactar exclusivamente por los primeros seis meses, tal como recomienda la OMS.
Es la promesa que me hice y estaba decidida a cumplirla.
Y con esa idea seguí por la siguiente década. Cuando por fin me estaba por convertir en madre seguía clara en que mi intención era lactar exclusivamente.
Por eso imaginarán mi temor al encontrarme con una bebé prematura que tuvo que estar algunos días en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatal.
Mi sueño de piel con piel tan pronto naciera y lactar en la primera hora de vida hecho añicos.
Y mi gran miedo asechandome cada día que no podía aún sostener a mi bebé: ¿qué si no puedo lactar?
Esto era algo que me preocupaba sobremanera.
Para el día de mi parto mi extractor de leche ni siquiera había llegado al país, ya que lo había pedido por Internet y eso se sumaba a mis preocupaciones. «Llegará el momento de empezar a alimentar a la bebé y no tendré leche para ofrecerle» me decía.
Aún recuerdo la decepción que sentí cuando llegó el momento de empezar a extraerme leche al día siguiente de dar a luz y todo lo que conseguí sacar fueron unas míseras gotas. Y aún sabiendo que el estómago de un recién nacido es diminuto y que tener tal cantidad de leche en el momento era completamente normal, estaba convencida de que esas gotas de calostro que me extraje no harían ni cosquillas a mi pequeña.
Pero traté de mantenerme positiva, ya que sabía que el estrés sólo contribuiría a entorpecer el proceso de extracción.
Estaba decidida a ofrecer a mi bebé mi leche materna, en especial ese calostro tan importante para ellos y pasé todo el día estimulándome, extrayendo. Mis esfuerzos se vieron recompensados cuando a la mañana siguiente pude llevar a mi pequeña varias onzas de leche.
Los siguientes días los pasé extrayéndome constantemente. Queriendo que mi cuerpo se hiciera a la idea de que era mi nena quién se pegaba cada tanto tiempo.
Y el día en que por fin me dijeron que podrían a la nena a tratar de succionar de mi pecho no podía contener mi emoción.
Emoción que no puedo negar decayó cuando la niña no pudo tomar el pecho y tuve que alimentarla con la leche ya extraída. Estaba decepcionada. A pesar de estar dándole leche materna, lo que añoraba era el lactarla directamente, como había imaginado haría desde el primer momento. Aún así, me dije, que de no poder succionar de mi pecho, seguiría extrayéndome de manera constante para poder ofrecerle de mi leche tanto como fuera posible.
Afortunadamente, al día siguiente tuvimos mejor suerte y ella se pegó a su teta como una profesional.
Me quedó claro que el día anterior no estaba lo suficientemente hambrienta como para interesarse por lactar adecuadamente, ya que ese día pareció como si lo hubiese estado haciendo desde el día uno.
Y hoy puedo decir con gran alegría que completamos seis meses de lactancia exclusiva sin mayores contratiempos.
Actualmente he empezado a complementar la lactancia materna con «sólidos» y unas tomas de fórmula al día (esto porque la ganancia de peso ha disminuido en los últimos meses y no deseamos se quedé muy por detrás en cuanto al peso que debería tener), y aunque esto último no es lo que deseaba originalmente, me siento muy orgullosa de haber completado seis meses de Lactancia Materna Exclusiva.
Por supuesto pretendo seguir lactando a mi bebé, pero sé que con la incorporación de los sólidos y la fórmula mi producción podría disminuir y el tiempo que originalmente planeaba lactar verse reducido, sin embargo mientras producción tenga y mi pequeña la quiera yo seguiré dándole su teta.
Soy pro-teta 100%, y aunque sé que en ocasiones hay condiciones médicas que impiden la lactancia, y que elegir alimentar a tu bebé con fórmula no te hace mala madre o peor que las demás, sí considero que siempre que la salud tuya y de tu bebé lo permita el mejor regalo que puedes hacerle es lactar, o al menos intentar hacerlo. Que si se pudo excelente y si no al menos sabrás que lo intentaste.
El tener el privilegio de poder lactar a mi bebé es algo que agradezco enormemente y que no cambiaría por nada.
¿Son madres? ¿Pretenden serlo? Cuéntenme su experiencia con la lactancia o su visión sobre ella.
Hola! Me encanto tu blog, yo soy madre de un varon de casi dos años al que aun le sigo dando, ya casi llegamos a la meta! YO TAMBIEN SOY 100% PRO-TETA 🙂
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